lunes, 28 de julio de 2008

La nube y la duna... Paulo Coelho.


Una jóven nube nació en medio de una gran tempestad en el mar Mediterráneo, pero ni siquiera tuvo tiempo de crecer allí; un viento fuerte empujó todas las nubes en dirección a África.

En cuanto llegaron al continente, el clima cambió: un sol generoso brillaba en el cielo y debajo se extendía la arena dorada del desierto del Sahara. El viento siguió empujándolas en dirección de los bosques del Sur, ya que en el desierto casi no llueve.

-¿Qué haces? - se quejó el viento-. ¡El desierto es todo igual! ¡Vuelve a la formación y vamos hasta el centro del África, donde hay montañas y árboles deslumbrantes!

Pero la joven nube, rebelde por naturaleza, no obedeció: poco a poco, fue bajando de altitud hasta conseguir planear, con una brisa suave, generosa, cerca de las arenas doradas. Después de mucho pasear, advirtió que una de las dunas le estaba sonriendo.

Vió que también era joven, recién formada por el viento que acababa de pasar. Al instante, se enamoró de su dorada cabellera.

-Buenos días- dijo-. ¿Cómo es la vida ahí abajo?

-Tengo la compañía de las otras dunas, del sol, del viento y de las caravanas que de vez en cuando pasan por aquí. A veces hace mucho calor, pero se puede soportar. ¿Y cómo es vivir ahí arriba?
-También existe el viento y el sol, pero la ventaja es que puedo pasear por el cielo y conocer muchas cosas.

-Para mí la vida es corta- dijo la duna-. Cuando el viento vuelva de los bosques desapareceré.

-¿Y eso te entristece?

-Me da la impresión que no sirvo para nada.

-Yo también siento lo mismo. En cuanto pase un nuevo viento, iré al Sur y me transformaré en lluvia; ahora bien, ese es mi destino.

La duna vaciló un poco, pero acabó diciendo:

-¿Sabes que aquí, en el desierto, llamamos a la lluvia Paraíso?

-Yo no sabía que podía transformarme en algo tan importante- dijo la nube, orgullosa.

-Ya he oído varias leyendas contadas por viejas dunas. Dicen que, después de la lluvia, quedamos cubiertas de hierbas y flores, pero yo nunca sabré lo que es eso. porque en el desierto llueve muy raras veces.

Entonces le tocó a la nube quedarse vacilante, pero enseguida volvió a mostrar su amplia sonrisa:

-Si quieres pueso cubrirte de lluvia. Aunque acabo de llegar, estoy anamorada de ti y me gustaría quedarme aquí para siempre.

-Cuando te he visto por primera vez en el cielo, también yo me he enamorado-, pero, si transformas tu linda cabellera blanca en lluvia, acabarás muriendo.

-EL AMOR NUNCA MUERE- dijo la nube-, SINO QUE SE TRANSFORMA y yo quuiero mostrarte el paraíso.

Y empezó a acariciar a la duna con pequeás gotas; así permanecieron juntas por mucho tiempo hasta que apareció un arcoiris.

El día siguiente, la pequeña duna estaba cubierta de flores. Otras nubes que pasaban en dirección de África creían que allí estaba el bosque que iban buscando y soltaban más lluvia. Veinte años después, la duna se había transformado en un oasis, que refrescaba a los viajeros con la sombra de sus árboles.

Y TODO PORQUE UN DÍA UNA NUBE ENAMORADA NO TUVO MIEDO DE DAR SU VIDA POR AMOR...

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